En el ciclo Tebano se narra la historia de Edipo, hijo de Layo y Yocasta. De acuerdo a un vaticinio de un oráculo, Edipo mataría a su padre, por lo que es abandonado para que muera. Pero el niño es encontrado por el rey Polibos que lo cría como si fuera hijo suyo.
Los poemas que comprendían este ciclo son tres: Edipodia, Tebaida y Epígonos.
EDIPODIA
Agenor, rey de Tiro, era el padre de Europa, Cadmo, Fénix, Cílix y Taso. Un día mientras Europa jugaba en la playa Zeus metamorfoseado en toro la raptó. Tal fue el disgusto del rey, que mandó al resto de sus hijos a buscarla y les advirtió que no regresasen sin ella. Al no encontrarla , Fénix se estableció en Fenicia, Cílix en Cilicia, Taso en una isla del Egeo con el mismo nombre y Cadmo fundó Tebas.
El oráculo de Delfos fue el que recomendó a Cadmo que abandonase la búsqueda y fundase una ciudad en el sitio en el que cierta vaca se acostase. Cuando la vaca se acostó, apareció una serpiente que acabó con muchos de los compañeros del héroe. Cadmo la mató con una piedra y aconsejado por Atenea sembró los dientes de la serpiente.
De los dientes sembrados surgieron los Espartoi, que significa hombres sembrados. Cadmo tiró piedras entre ellos, los Espartoi comenzaron a acusarse los unos a los otros y se entabló entre ellos una lucha a la que solo sobrevivieron cinco: Udeo, Ctonio, Equión, Hiperenor y Pelor.
Cadmo fue condenado a servir de esclavo a Ares durante ocho años por matar a la serpiente, que descendía de Ares. Una vez liberado con la ayuda de los Espartoi construyó Tebas. Se casó con Harmonía y su boda tuvo tanto fasto como la de Tetis y Peleo. Entre los regalos nupciales la novia recibió un collar de oro, obra de Hefesto y un velo o vestido, confeccionado por las Gracias. Estas prendas que tenían poderes mágicos jugaron un papel muy importante en los futuros conflictos de sus descendientes. Juntos tuvieron a Ilirio, Polidoro, Ino, Autónoe, Sémele y Ágave.
Cuando ya eran ancianos dejaron su trono en manos de su nieto Penteo. Los esposos se dirigieron al pais de los Endequelos, donde reinaron sobre los Iliros hasta el final de su vida, en que fueron transformados en serpientes negras y trasladados a vivir a los Campos Elíseos.
Penteo muere descuartizado por su propia madre mientras está poseida por el frenesí del culto a Dionisio. Le sucede en el trono su tío Polidoro. A su muerte hereda el trono Lábdaco, hijo de Polidoro.
Este rey da nombre a sus descendientes que a partir de él fueron conocidos como los labdácidas. Su reinado estuvo marcado por las guerras que mantuvo con el rey Pandion de Atenas por motivos fronterizos. Cuando muere Lábdaco su hijo Layo era aún muy pequeño por lo que toma la regencia de la ciudad Nicteo, cuñado de Polidoro. Con el suicidio de Nicteo el poder pasa a su hermano Lico.
Después de matar a Lico compartieron el trono los gemelos Anfión y Zeto. Se cree que fueron ellos quienes construyeron las murallas de Tebas. Zeto transportaba las piedras y Anfión solo con la música de su lira las colocaba en el lugar que las correspondía. Durante el reinado de Zeto y Anfión, Layo huyó a Pisa donde fue acogido por el rey Pélope.
Allí el labdácida se enamoró perdidamente de Crisipo, hijo de Pélope. Ofuscado por su pasión, raptó al muchacho inventando así el amor entre dos seres del mismo sexo. Por esta acción Pélope lanzó contra Layo una maldición que acarreó funestas consecuencias. Una vez desaparecidos los gemelos, Layo es llamado a Tebas para ocupar el trono como legítimo heredero de Lábdaco. Ya en Tebas se casó con Yocasta.
El oráculo le había advertido que no engendrase ningun hijo con ella, pues el niño nacido de Yocasta estaba destinado a matar a su padre y a provocar la destrucción de la familia. Cuando Yocasta dio a luz, Layo para evitar el funesto oráculo perforó los tobillos del recién nacido para atarlos con una correa, lo metió en una canasta y lo abandonó en el mar. Las heridas de los tobillos produjeron en el niño una hinchazón que le valió su nombre, pues Edipo en griego significa pies hinchados.
EDIPO REY
El canasto fue encontrado por la reina Peribea, esposa de Pólibo. Como estos monarcas carecían de descendencia adoptaron a Edipo y lo criaron como si fuese su propio hijo.
Llegado a la edad adulta Edipo se dirige al oráculo de Delfos, donde averigua que está destinado a matar a su padre y a casarse con su madre. Para evitar su fatídico destino se aleja de los que cree sus verdaderos padres.
Durante este viaje se encuentra con Layo y su séquito. Uno de los heraldos exige a Edipo que se aparte del camino para dejar paso a su rey. Como Edipo se niega, se produce una reyerta de la que solo salen vivos Edipo y un servidor de Layo. De esta forma comienza a cumplirse el cruel destino de Edipo.
Edipo prosigue su viaje y llega a Tebas donde la Esfinge, monstruo mandado por Hera como castigo por el rapto de Crisipo por parte de Layo, está aterrorizando a la población. El engendro se había situado en las cercanías de la ciudad y devoraba a todo aquel que no sabía responderle a un enigma que les proponía.
Generalmente les preguntaba: ¿Cuál es el ser que anda ora con dos, ora con tres, ora con cuatro patas y que contrariamente a la ley general, es más débil cuantas mas patas tiene?. Nos ha llegado otro enigma. Son dos hermanas, una de las cuales engendra a la otra y a su vez, es engendrada por la primera. La respuesta al primer enigma es el hombre, que primero gatea, luego anda erguido y finalmente se ayuda de el bastón. La del segundo el día y la noche, en griego el día es femenino.
Edipo acertó el enigma que le propuso la Esfinge, viéndose derrotada se arrojó al vacío desde la roca en la solía sentarse.
Por deseo de los tebanos, Creonte, que reinaba en Tebas desde la muerte de Layo, ofreció la corona y a la viuda del rey fallecido al hombre que tan gran servicio había prestado a la ciudad. Edipo toma la corona, se casa con Yocasta y con ella tiene a Polinices, a Eteocles, a Antígona y a Ismene De esta manera se cumple inexorable el oráculo.
Durante su reinado abatió a la ciudad una peste que no cesaba. Edipo envía a Creonte a Delfos para consultar el oráculo. Éste vuelve con el mensaje de que la peste no cesará hasta que el asesino de Layo no sea expulsado de Tebas. Edipo en ese momento lanza una maldición sobre el asesino que acabará cayendo sobre su cabeza.
Edipo manda llamar al adivino Tiresias, que conocedor de la tragedia se niega a dar el nombre del asesino de Layo. Yocasta intenta quitar importancia al adivino, revelando que pronosticó la muerte de Layo a manos de su propio hijo y sin embargo el rey murió asaltado por un bandido en una encrucijada.
El dato de la encrucijada atrae lejanos recuerdos a la mente de Edipo y manda llamar al único siervo sobreviviente al asalto que acabó con la vida del rey.
En ese momento llega al palacio un mensaje de Peribea comunicándole que debe regresar a Corinto para ocupar el trono, pues el rey Pólibo ha fallecido. Edipo se niega por temor a que el oráculo se cumpla al acercarse a su madre.
El mensajero le tranquiliza revelándole que los reyes de Corinto son sus padres adoptivos. La sospecha comienza a abrirse paso en Edipo, ya solo falta la llegada del siervo. Cuando éste llega se confirma la fatal sospecha. Yocasta al comprender la verdad entra en el palacio y se suicida. Edipo se perfora los ojos con un alfiler de Yocasta.
TEBAIDA
Polinices y Eteocles a partir de aquel momento mortificaron a su padre de tal manera que éste les lanzó una triple maldición. Primero Polinices le sirvió la comida en la mesa de plata de Cadmo, cosa que Edipo les había prohibido expresamente. Cuando el monarca se enteró, les auguró que no encontrarían paz ni en vida, ni con la muerte.
En otra ocasión en que Edipo hacía un sacrificio a los dioses, sus hijos en vez de mandarle un buen trozo de carne le mandaron los huesos limpios del animal. Encolerizado profetizó que morirían uno a manos del otro.
En otro momento le negaron el respeto que le debían y le encerraron en un calabozo, por lo que les vaticinó que se repartirían su herencia con la espada en la mano.
Edipo acompañado por Antígona abandona Tebas y Creonte toma la regencia de la ciudad. Mientras tanto Polinices y Eteocles idean una formula para substraerse a las maldiciones de su padre, por esta razón deciden reinar conjuntamente. Primero reinará Eteocles mientras Polinices se retira, una vez cumplido un año reinará Polinices, retirándose Eteocles y así sucesivamente. Pero al finalizar el primer año de reinado, Eteocles se negó a transferirle el poder a su hermano y lo expulsó de Tebas.
Polinices emigró a Argos. Al llegar al palacio del rey Adrastro se enzarzó en una lucha con Tindeo, desterrado de Calidón por su padre el rey Eneo. Cuando Adrastro apareció en la escena reparó en los distintivos del león y el jabalí que los contendientes portaban en sus escudos. Y como el oráculo le había predicho que casaría a sus hijas con un león y un jabalí puso paz entre los jóvenes, les prometió que les restituiría sus respectivos reinos y les entregó como esposas a sus hijas Argía y Deípile. Así comenzó a fraguarse la expedición de los siete contra Tebas.
LOS SIETE CONTRA TEBAS
Los cabecillas de esta expedición fueron: Anfiarao, Capaneo, Hipomedonte, Partenopeo, Tideo, Adrastro y Polinices. Anfiarao que era adivino, se negó en un principio a participar en la empresa previendo el fracaso de la misma y su propia muerte durante la expedición. Pero estaba ligado por un juramento a aceptar la decisión que tomase su esposa Erifile siempre que surgiese una disputa entre Anfiarao y Adrastro. Así pues dejó la elección en manos de su esposa , que en vez de tomar una decisión ecuánime, se dejó sobornar por el collar de Harmonia que le ofreció Polinices a cambio de su apoyo. Anfiarao antes de partir encargó a sus hijos que vengasen su muerte, a la que se dirigía de una forma segura.
A pesar de los indicios poco favorables los siete cabecillas se lanzaron contra Tebas. El ejército atacante fue aniquilado y de los siete solo sobrevivió Adrastro con ayuda de su caballo Arión.
Mientras se proyecta la expedición contra Tebas Edipo muere en Atica. Ya de moribundo Creonte intenta que regrese a Tebas, pues un oráculo había predicho que la tierra que lo acogiese en su seno sería bendecida por los dioses. Edipo se niega a regresar y muere en la tierra de su benefactor Teseo. Una vez muerto su padre, Antígona retorna a Tebas y se aloja con su hermana Ismene.
ANTIGONA
Durante la batalla a las puertas de Tebas, Eteocles y Polinices se enfrentan y se matan el uno al otro. Asciende de nuevo al trono Tebano Creonte, que decreta exequias de rey para Eteocles y prohíbe bajo pena de muerte dar sepultura al cuerpo de Polinices, que se ha atrevido a alzar a unos extranjeros contra su propia patria.
Antígona se rebela ante lo que cree una injusticia y en secreto va al campo de batalla para esparcir sobre el cuerpo insepulto de su hermano unos polvos rituales. Es descubierta y Creonte, a pesar de los ruegos de su hijo Hemón, prometido de Antígona, no se retracta en su sentencia.
Antígona es sepultada viva en la tumba de los labdácidas. Cuando Hemón acude a liberarla la encuentra ahorcada y allí mismo se suicida junto a su amada. Al enterarse Eurídice, la esposa de Creonte, de la muerte de su hijo, también se suicida.
EPIGONOS
Diez años más tarde de estos sucesos Adrastro reúne una nueva expedición contra Tebas con los hijos de los jefes muertos en la anterior contienda. Los caudillos de esta expedición son llamados los Epígonos y son: Egialeo, hijo de Adrastro; Tersandro, hijo de Polinices; Diomedes, hijo de Tindeo; Alcmeón y Anfíloco, hijos de Anfíarao; Promaco, hijo de Partenopeo; Esténelo, hijo de Capaneo y Euríalo, hijo de Mecisteo.
Antes de emprender la expedición consultaron el oráculo, que les predijo que tomarían la ciudad siempre que les comandase Alcmeón.
Alcmeón al igual que su padre Anfiarao no deseaba incorporarse a la expedición, pero también en esta ocasión intervino Erifile. Esta vez fue Tersandro, hijo de Polinices, quien la tentó con el velo de Harmonia y Erifile convenció a su hijo de que liderase a los Epígonos para poder obtener ella el mágico objeto.
Los epígonos toman Tebas y Alcmeón mata a Laodamante, rey de Tebas e hijo de Eteocles, en su lugar toma el poder Tersandro, hijo de Polinices. Los tebanos aconsejados por Tiresias huyen de la ciudad para evitar una matanza.
Tras el éxito de la expedición la tragedia acecha a Alcmeón. Tersandro en una conversación con sus compañeros, se atribuye la mayor parte del éxito de la expedición por sobornar a Erifile al igual que había hecho su padre con los objetos mágicos de Harmonía.
Alcmeón oye la conversación y se da cuenta de que tanto él como su padre se han visto obligados a luchar tan solo para satisfacer la codicia de su madre. Encolerizado el héroe se dirige a Delfos para consultar cual debe ser el destino de su madre. El oráculo le comunica que Erifile debe morir. Así pues Alcmeón se dirige a su tierra donde asesina a su madre, pero ésta antes de morir le lanza una maldición que dice: "Tierras de Grecia y Asia y todo el mundo: negad asilo a mi asesino."
Inmediatamente las Erinias se cernieron sobre Alcmeón persiguiéndole noche y día hasta enloquecerlo.
Así comenzó el peregrinaje del héroe intentando evadirse de la tortura a la que le sometían las Erinias. En Psófide el rey Fegeo le purificó y le entregó como esposa a su hija Arsínoe. En agradecimiento Alcmeón entregó a su esposa el vestido y el collar mágicos de Harmonía. Pero al poco tiempo la tierra de Psófide se hizo estéril por lo que Alcmeón tuvo que partir en busca de otra purificación que apaciguase a las Erinias.
El oráculo de Delfos le aconsejó que buscase la purificación del dios fluvial Aqueloo. Una vez purificado Alcmeón se casó con Calírroe, hija de Aqueloo. Juntos se instalaron en un terreno que el aluvion del rio había formado recientemente por lo que allí el héroe se veía libre de la maldición de su progenitora.
Allí fueron felices hasta que un día Calírroe observando en su cuerpo los rastros del tiempo codició los objetos mágicos de Harmonía y envio a su esposo a recuperarlos. Alcmeón se encaminó a Psófide para reclamar los regalos con la disculpa de que el oráculo de Delfos se los exigía como ofrenda a cambio de librarle de las Erinias.
Fegeo se los entregó pensando que su nuero pronto regresaría al lado de su hija. Pero la indiscreción de uno de los criados de Alcmeón descubrió las verdaderas intenciones del héroe. En su enojo Fegeo ordenó a sus hijos que persiguieran y dieran muerte a quien tan ladinamente les había traicionado. Para desgracia del rey, Arsínoe que aún no estaba enterada de la perfidia de su marido vio desde una ventana el asesinato de su esposo a manos de sus hermanos. Y sin querer oír las explicaciones de éstos lanzó contra su padre y sus hermanos una maldición por la cual todos morirían antes de la próxima luna nueva. Fereo como castigo por pronunciar tal maldición metió a su hija en un arca y la vendió como esclava al rey de Nemea. El vestido y el collar que tantos conflictos habían ocasionado fueron donados como ofrenda por el rey Fereo al templo de Apolo.
Mientras tanto Calírroe enterada del destino de su esposo deseó que los hijos, aún infantes, que había tenido con Alcmeón madurasen y vengasen su muerte. Su deseo le fue concedido y en una sola noche los niños se tornaron hombres.
Los hermanos de Arsínoe habían acudido a Nemea para convencer a su hermana de que levantase la maldición que sobre ellos había lanzado, pero ella no quiso escucharlos. Allí los encontraron los hijos de Calírroe y allí mismo les dieron muerte. Después se dirigieron a Psófide donde mataron a Fegeo dando así por finalizada su misión.
II. ELECTRA
Acorde a la Orestiada de Esquilo
PREAMBULO
Cuando las tropas de Agamenón, en viaje hacia la guerra de Troya se encuentran varadas en Aúlide, por profecía del adivino Calcante se exige al monarca el sacrificio de su hija Ifigenia, con lo cual el dios Eolo dejaría de retener a los soldados en el puerto.
Odiseo, medita una trampa para que Ifigenia acuda al campamento griego: la convoca a su falso casamiento con Aquiles. Ella llega acompañada de su madre Clitemnestra, que presiente la desgracia que ocurrirá. Pero Ifigenia acepta inmolarse por el bien de Grecia y es recompensada por Artemisa, quien la lleva a morar en el Olimpo.
Sin embargo, la muerte de la doncella es un duro golpe para Clitemnestra, que reprocha a Agamenón por haber permitido el sacrificio de su hija y alimenta su rencor contra él mientras combate en Troya. El regreso victorioso de Agamenón a Micenas da inicio a la tragedia.
AGAMENON
Al partir Agamenón para Troya había prometido a Clitemnestra que le anunciaría por medio de hogueras la toma de la ciudad el mismo día que sucediese. Desde entonces Clitemnestra tenía puesto de atalaya a un siervo que debía estar en observación por si se veían las señales.Pero durante los diez años de ausencia de Agamenón, Clitemnestra ha establecido una relación adúltera con Egisto, el primo de Agamenón, y descendiente de una rama desheredada de la familia, que está decidido a recuperar el trono que cree que legalmente le pertenece.
El atalaya ve la hoguera, y corre a anunciarlo a su señora. La cual, con aquella nueva, viene a los ancianos les comunica el feliz suceso. Poco después llega Taltibio, quien refiere todo lo acaecido en la expedición. Por último, aparece Agamenón en su carro de guerra, seguido de Casandra, que viene en otro carro, con todo el botín y los despojos tomados al enemigo.
El Rey se retira a su palacio acompañado de Clitemnestra, y en tanto Casandra predice los crímenes que han de ensangrentar aquella regia morada: su muerte, la de Agamenón y el parricidio de Orestes.
Acometida como de furor profético, arroja sus ínfulas de sacerdotisa y corre al lugar donde sabe que va a morir.
La muerte de Agamenón se da mientras este toma un baño, Clitemnestra le tira una red encima y le mata de tres golpes con un pelekus.
Clitemnestra entra triunfal declarando su homicidio y la justicia que ella misma ha llevado a cabo, vengando la muerte de ifigenia y el ultraje que Agamenón le ha inferido llevando a casa a casandra. Entra Egisto con algunos guardias que está exultante por el fin del rey y por haber así vengado los ultrajes del padre Tieste. Clitemnestra y Egisto quedan con los cadáveres, felices de su victoria y tomando el trono de Micenas.
LAS COEFORAS
En el palacio de Argos, Clitemnestra, que ahora comparte el trono y la cama con su amante Egisto, se despierta de una pesadilla: sueña que dio a luz a una serpiente y que esta serpiente ahora se alimenta de su pecho, del que saca sangre en lugar de leche. Alarmada por esta pesadilla, que es una posible señal de la ira de los dioses, ordena a su hija, la princesa Electra, a quien mientras tanto Clitemnestra ha reducido prácticamente a la condición de esclava, que haga libaciones sobre la tumba de Agamenón. Un grupo de mujeres, las coéforas, la acompañan para ayudarla.
Mientras, en su vigésimo cumpleaños, el oráculo de Delfos le ordenó a Orestes volver a su hogar y vengar la muerte de su padre, ya que habia sido enviado fuera a la corte real de Fócida desde la infancia por motivos de seguridad, y se encontraba ausente durante la muerte de Agamenón.
Cumpliendo las órdenes del Oráculo, vuelve Orestes a su patria, acompañado del fiel Pílades, y llega al lugar donde se alza el túmulo de Agamenón al tiempo que a él se encaminan las esclavas de Clitemnestra, portadoras de las libaciones que la reina ofrece a los manes de su esposo para conjurar los peligros con que en sueños se ha visto amenazada.
Electra llega a la tumba de su padre y allí encuentra a un hombre que acaba de poner un rizo de su pelo sobre la piedra. Electra expresa un rencor y un odio terrible contra su madre Clitemnestra, que mató a su padre y vive con su amante Egisto. Comienzan a hablar y gradualmente comprende que el hombre es su hermano Orestes, y quien, en sus pensamientos, ha sido su única esperanza de venganza. Juntos planean la venganza por la muerte de su padre y para ello pretenden asesinar a su madre Clitemnestra y a su nuevo marido, Egisto.
Orestes duda si matar o no a su propia madre, pero tanto Apolo como su amigo Pílades, el hijo de Estrofio, rey de Fócida, le convencen de que eso es lo correcto. Orestes y Pílades pretenden ser unos viajeros normales que vienen de Focea y piden hospitalidad en el palacio. Clitemnestra es engañada por su hijo, quien le llega a decir que Orestes ha muerto. Encantada por las noticias, Clitemnestra envía a un criado a llamar a Egisto.
Aprovechándose de la hospitalidad del palacio, Orestes mata primero al usurpador y después a su madre.
Al abandonar el palacio, aparecen la Furias (o Erinias), personificaciones femeninas de la venganza, que perseguían a los culpables de cualquier violación de los lazos de piedad familiar, y, siendo sólo visibles para él, comienzan a perseguirlo y torturarlo por su matricidio. Él huye en agónico sufrimiento. Las Erinias no persiguen a Electra.
LAS EUMENIDES
Orestes se refugia en el templo de Delfos, pero, a pesar de que Apolo le había ordenado llevar a cabo su venganza, no es capaz de proteger a Orestes de sus consecuencias.
Las Erinias exigen su víctima, Orestes alega las órdenes de Apolo. Aparece el fantasma de Clitemnestra asesinada, que despierta a las durmientes Erinias, instándolas a que sigan persiguiendo a Orestes y buscan el olor de la sangre que les llevará a seguir el rastro de Orestes. Pero la intervención de Apolo salva a Orestes que expulsa a las Erinias, ofendidas por la intervención de un dios para la defensa de un asesino de su propia madre.
Finalmente, Atenea le recibe en la acrópolis de Atenas y organiza un juicio formal del caso ante el Areópago, un tribunal formado por doce jueces áticos. Las Erinias que aceptan que se realice un juicio y dicte sentencia, protestando no obstante por el hecho de se dicten leyes nuevas que impidan el castigo inmediato y sin contemplaciones de los crímenes de sangre.
Apolo actúa de abogado de Orestes mientras las Erinias actúan como abogado de la fallecida Clitemnestra. Las Erinias, diosas de la venganza de sangre, sostienen que, si no se condena a Orestes, en la ciudad cualquiera se sentirá libre de cometer cualquier tipo de acto por venganza propia. Durante el juicio, Apolo convence a Atenea de que, en un matrimonio, el marido es más importante que la mujer, señalando que Atenea nació sólo de Zeus y sin intervención de una madre. Antes de que se cuenten los votos, Atenea vota en favor de Orestes. Apolo y Atenea sostienen que los dos homicidios tienen diferente gravedad. El hijo tiene la misma sangre que el padre porque él lo ha generado y por lo tanto tiene el derecho de vengarse.
Después del recuento, los votos son iguales en cada lado. Atenea declara inocente a Orestes con su voto decisivo e intenta convencer a las Furias de que acepten su decisión. Las Erinias, increpan a Atenea por vulnerar viejas leyes. Pero, al final, ellas se someten.
Atenea entonces les da otro nombre, Euménides (‘benevolentes’), quienes se comprometen a mostrar su lado más benigno a Atenas. Las Erinias serán entonces honradas por los ciudadanos de Atenas para asegurar su prosperidad. Atenea también declara que en adelante los empates entre los jurados deben resolverse en beneficio del acusado, siendo absuelto, puesto que la misericordia debe prevalecer siempre sobre la severidad.